“…es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar…”
A. P.
Cuando alquilé el departamento de barrio norte, el típico bulo* de soltero, estaba lejos de imaginar lo que iba ocurrir después.
En esa primera visita no advertí nada. Era el lugar perfecto, cerca de la facultad y del trabajo. No dudé. En seguida llevé mis cosas.
En realidad no era mucho lo que tenía que acomodar, además de la cama; una mesita, la biblioteca y eso sí, muchos libros.
Al principio sentí una presencia, un algo intangible que me rodeaba; lo atribuí al hecho de que era la primera vez que vivía solo. Pasaron varios días hasta que vi la baulera* en el entretecho del baño. Me pareció el lugar ideal para guardar aquellas cosas en desuso; en realidad eran varias enciclopedias que ya no consultaba e invadían la pequeña biblioteca.
Además del polvo y las telarañas había cajas de distintos tamaños. Las tomé para dárselas al administrador, pero como la curiosidad es grande miré dentro de ellas; eran fotos y cartas. Desde ese momento no pude despegarme, como si me hubieran tomado la voluntad, a pesar de tratarse de objetos inanimados.
Tanto las fotos como las cartas estaban fechadas entre los años 1975 y 1976. Había mucha gente, casi adolescente. Se los veía radiantes, con su juventud y belleza, augurando una vida por delante.
Por momentos creí estar violando la intimidad de alguien, pero eso no me detuvo a la hora de leerlas.
Eran cartas hermosas, llenas de citas y poesía dedicadas a un tal Damián y firmadas por Cristina. Puse todas las fotos sobre la mesita y separé aquellas donde estaban ellos: Cris y Dami, 28 de abril de 1976, Dami, un día de pesca; Cristina 5 de junio de 1976…
Vi una mujer niña de largo pelo oscuro, casi negro, cuerpo pequeño y delgado, sonriente, muy sonriente. Hermosa y fresca en su adolescencia.
Esa noche soñé con ella. Se había metido en mi cama y temblaba de frío o de miedo, entonces me pedía que la abrazara y no le hiciera preguntas.
Me desperté sobresaltado, con un mal presentimiento, algo parecido a la angustia.
Se clavó en mi carne desde el mismo momento en que la vi en la foto. Por impulso, llamé al administrador para sacarle información sobre los viejos inquilinos, sabía que no resultaría sencillo preguntar sobre personas que habitaron el departamento hacía tantos años.
Me llamó la atención el hecho de que las fotos quedaran olvidadas, y que alguien dejase recuerdos tan importantes e irremplazables.
El administrador me contó algo muy por encima. Que allí vivió Damián, un estudiante de derecho que aparentaba ser un buen chico hasta que se fue sin pagar el alquiler. Dijo que de un día para el otro no se supo más de él, y que dejó todo. Algunos suponen que se metió con alguna mala junta, o una secta religiosa; otros creen que lo chupó la dictadura, pero que le parecía extraño porque nunca se lo veía con nadie que no fuera la chica, su novia. Le pregunté qué había sido de ella, y me contó que lo estuvo buscando durante mucho tiempo. Que venía y lo esperaba horas todos los días…dijo que daba pena ver lo triste que estaba, y que siguió así por meses, hasta que un día le dejó el teléfono y su dirección para que le avisara si sabía algo de Damián.
Mi primer impulso fue preguntar si tenía la dirección de la chica. Pero enseguida supe que era una locura pedirle algo que habría tirado hace tiempo.
Esa noche tampoco pude dormir. Me las pasé dando vueltas y escuchando voces dentro de mi cabeza, como un demente. Ya no sabía si era un sueño o real. Me levanté y vi las fotos sobre la mesita; en realidad tampoco recordaba haberlas dejado allí.
Su actitud era obsesiva. Trató de convencerse que eran unas fotos olvidadas y listo; pero no, no tenía ningún sentido quedarse con ese pensamiento superficial. Después de hablar con el administrador no podía conformarse con cualquier respuesta. Se exponía al ridículo total al preguntarle si guardaba el teléfono y la dirección, y también sabía que del ridículo nunca se vuelve, pero no le importaba nada.
Sus pupilas habían retenido a la mujer-niña de la foto, y cada vez que cerraba los ojos, su imagen nítida le inundaba las retinas, como una maldición, un presagio del cual no podía escapar. Se pasó la noche pensando en cómo encarar al administrador sin que éste se llevara una mala impresión de él. Se escuchó ensayar mil pavadas que no convencían, así que optó por decir la verdad, ahorrándose los detalles; nada de sueños y oscuros presentimientos.
El administrador abrió una caja y sacó un papel amarillo. Me lo dio sin mayores preámbulos, diciendo que no me olvidara que habían pasado treinta años, y que menos mal que tenía la costumbre de guardar todo. Luego me miró interrogante y amagó una pregunta que alejó con un gesto de su mano; dijo hasta pronto y se fue moviendo la cabeza en actitud de negación. No me atreví a preguntarle qué era lo que estuvo a punto de decir, pero podía suponerlo.
Tenía la foto y el número de teléfono, pero no sabía cómo encararla, además existía la posibilidad que no viviera en la misma casa y que nadie supiera de ella.
Miré una y mil veces las fotos y releí las cartas “…que tu cuerpo sea siempre un amado espacio de revelaciones”…sé que te gusta Alejandra, por eso elegí esta frase.
Sentí que me estremecía, como si fuera el destinatario de esas cartas y de la mirada sonriente y hermosa de la foto… “no el poema de tu ausencia, sólo un dibujo, una grieta en un muro, algo en el viento, un sabor amargo”…Sabes una cosa amor, a veces me siento tan sola… no pienses mal…me refiero a otro tipo de soledad, es como si no existiera nadie de tu especie…me siento un bicho raro…no soporto tanta injusticia, quiero gritar, golpear caras, sacudir conciencias…no estamos solos en el mundo…¿es posible respirar, comer, amar sobre tanto dolor y abandono?, no quiero vivir así, indiferente…quizás se pueda hacer algo, todavía no sé qué…”
Las palabras de Cristina me golpearon como misiles. Otra noche sin dormir; se estaba haciendo habitual soñar con ella, pero esta vez fue distinto. Se metió en la cama mientras dormía y me miraba con sus enormes ojos marrones, que vibraban sensualmente al encontrarse con los míos. Yo era Damián, no existían dudas de eso. Podía sentir su aliento cálido y perfumado mientras murmuraba algún poema de Alejandra. Yo quería decirle que no era Damián, pero cada vez que lo intentaba, como adivinando mis pensamientos, me cerraba la boca con un beso y yo permanecía envuelto en un letargo amoroso del cual no podía salir. Luego me despertaba sobresaltado, taquicárdico, como si algo o alguien me la hubiese arrebatado.
Otra vez me encontré sentado con las fotos y cartas desparramadas sobre la mesita: “…Ya sé Dami que me estoy arriesgando mucho, y que en este momento el país esta convulsionado, pero no tengo miedo…no pienso en mí…o tal vez soy egoísta, lo hago porque no puedo con este dolor… ¿viste los chicos de la villa? Sus caritas tristes, ¿es posible tener una vida después de ver ese vacío e incertidumbre en la cara de tantas personas?…puede ser egoísmo…soy egoísta, sufro…”
“Inés no está, la buscamos por todos lados y nadie sabe nada…tengo miedo de que las bestias se la hayan llevado… ¿es posible que crean peligrosa a una persona que alfabetiza a la gente de la villa?... ¡ay! Dami, quizás también me busquen a mí…no quiero alejarme de vos, te amo…”
“Dami, me escondí en el placard…escuché el timbre y me escondí…estoy aterrada, ¿y yo quiero cambiar el destino de la gente? Jajaja, encerrada en el placard, muerta de miedo…Te necesito Dami, más que nunca, te amo…”
Al otro día, enajenado y con el corazón saliéndose de mi boca, fui sin pensar en nada más a la dirección que estaba en el viejo papel amarillo. Sólo con la idea fija de saber al fin qué había pasado con Cristina y Damián.
Me encontré con una casa vetusta, casi abandonada, donde la hierba crecía en forma descontrolada y trepaba por las paredes hasta cubrirla casi en su totalidad. Mi primer impulso fue irme, pero una fuerza inexplicable me mantenía firme frente a la entrada. No sé que esperaba encontrar, y tampoco me hacía demasiadas preguntas. Sabía que estaba viviendo una especie de enamoramiento a destiempo por la mujer niña de la foto, que ya no lo era. En el fondo sentía que les debía algo a ellos. Que yo me quedaba con una parte de sus vidas al poseer esas cajas.
Toqué el timbre. Después de unos minutos interminables la puerta se abrió y una mujer muy anciana salió casi arrastrando sus pies. Las piernas se me aflojaron, se me cruzaron miles de cosas en ese pequeño trayecto hasta que la mujer habló. Por ejemplo, que llamaría a Cristina y ella aparecería con su carita de niña, el pelo largo y su sonrisa; era un pensamiento absurdo y lo sabía bien. Pasaron treinta años. También imaginaba que me diría que se fue del país por las amenazas, o que se había casado, vivía cerca y la visitaba seguido. Hasta pensé en la opción de que estuviera soltera dando clases en la universidad o la secundaria.
Cuando la anciana llegó, le dije mi nombre e inmediatamente le pregunté si allí vivía Cristina. La mujer miró sin comprender, entonces saqué de una de las cajas la foto dónde ella estaba sola y sonriente, pero ni siquiera reparó en lo que le mostraba. Su boca se abrió en un gesto de sorpresa y empezó a llorar con amargura en silencio. Sus lágrimas caían sin control, como si hubiesen estado contenidas durante mucho tiempo.
No supe que hacer ante esa reacción que quizás fue la que menos esperaba. Intenté acercarme más, pero la anciana levantó la mano como para frenar mi impulso de intentar contenerla de alguna manera.
Me dijo casi en un susurro que era su madre. Le conté que encontré las cajas con fotos y cartas, y que quería devolverlas.
Ella empezó a contar la parte de la historia que conocía. Dijo que Cristina y su amiga Inés iban mucho a la villa para ayudar a los analfabetos, querían hacer una especie de escuela y un comedor. Que Damián era un buen chico y se amaban mucho, que estudiaba derecho y también trabajaba, y no tenía tiempo para acompañarla…dijo que la primera que desapareció fue Inés, que la fueron a buscar a su casa y la sacaron como una delincuente. Después desapareció Damián, y nadie pudo entender el motivo, porque él no participaba en nada…eso destrozó a Cristina, empezó a buscarlo por todas partes, a esperarlo en la entrada del edificio, durante horas, días, meses…hasta que se la llevaron también
Se me cayeron todas las cajas de la mano. Las fotos y cartas se desparramaron por la vereda. Mientras las recogía, lloraba y al mismo tiempo no podía evitar sorprenderme. Esperaba cualquier cosa, menos este final abrupto para mi incipiente y desesperanzada historia de amor.
La mujer me miraba con pena al ver mis ojos llorosos; fue cuando le entregué las cajas y me fui sin palabras.
Esa fue la última noche que soñé con Cristina. Ella me recitaba al oído el párrafo de uno de los poemas de Alejandra, a quien conocí a través de sus cartas, y de quien no me despegaría nunca más: “He de partir
no más inercia bajo el sol, no más sangre anonadada, no más fila para morir”
Fin
* Bulo, bulín, del lunfardo (Léxico porteño, propio de los habitantes de la ciudad de Buenos Aires, que se usaba en el siglo pasado, y del cual se popularizaron algunas palabras), departamento de soltero, lugar de citas.
*Baulera; pequeño cuarto o espacio destinado para guardar cosas.
Alejandra Pizarnik, poeta argentina que cultivó el estilo surrealista (1936-1972)
Obra: "Matanza" de Cedrón
76 comentarios:
La releo, la leo y la vuelvo a leer. Y todavía me emociona como la primera vez.
Te acordás cuando te dije que me había encantado?
Me sigue encantando, Claudia...
Y creo no equivocarme mucho, si te digo que, en lo referente a narración, es uno de tus mejores trabajos.
Te vuelvo a felicitar, negra...
Más un beso, de yapa...
Que impresionante relato, de amor, de locura nocturna, de personas desaparecidas por las dictaduras.
Supongo que relatos como ese debió repetirse en los hogares durante ese tiempo en que la tiranía gobernaba, sin miramientos y sin misericordia, robaran la vida de los jóvenes.
Yo creo que lo más doloroso es el nunca saber donde yacen los seres amados y en que forma terminaron sus últimos días, debe ser un sentimiento que carcome el alma día a día.
Saludos
Georgie, si, recuerdo que me dijiste que te había gustado. Lo repuse porque fue mi primer post en este blog y mucha gente no lo leyó...Muchas gracias por pasar.
Dos besos y abrazo
Roy, Asi es, una historia de amor en distintos tiempos, que desentraña una época terrible de nuestra historia...debe ser terrible perder a un ser querido y no saber nada más...es inhumano.
Gracias por pasar amigo.
Un abrazo
Simple y sencillamente extraordinario texto, me ata a su melancolía, al saberme hermano, amigo, hijo, nieto, amante de cualquier historia repetida de el caos de mi latinoamérica.
Magistral.
Saludos desde mi extraño país.
¡Que linda narración, me encantó!
Envidia de la verdecita..de la buena, mujer Poeta
Es una bellisíma historia, y te engancha desde el principio y no te suelta hasta tu fin..pero quedas con ganas de más
¡ Te felicito!
Un abrazo y un beso
Gizz
... y opino,claro...
Bello relato bajo la sombra de una cruel dictadura, una más, que torció el futuro prometedor de mucha gente.
El hurto del futuro es más doloroso que la pérdida de la vida.
Un beso
Amorexia, es un tema que nos toca y nos duele a todos, y que no hay que dejar en el olvido.
Muchas gracias por pasar.
Un abrazo
Gizz, me alegra que te haya gustado!
Gracias por leerme atentamente.
Un abrazo
Un relato que encierra la crudeza de aquello que solo debería de ser ficción.
Me ha gustado. Lo he impreso para leerlo con mas calma.
Un abrazo
Jan, asi es, es sin duda un relato cruento que solo debería ser argumento para una novela de ficción, y si bien, esta historia es de ficción, está inspirada en la crudeza de esa época...
Otro abrazo y gracias por pasar.
Bueno, parece que por fin ella va a poder descansar en paz...
Una historia triste, como otras muchas padecidas en los oscuros negros de las dictaduras...
Genial, Maestra.
Como bien decis es un relato que no hay que olvidar ,habla de una parte dolorosísima de nuestra historia.
PD.Feliz Primavera!!
CArlos, asi es, cruenta, terrible como debe ser el amor sin esperanzas...Gracias por pasar!
Un abrazo
Rodolfo, yo practico la memoria escribiendo siempre sobre este tema...
Feliz primavera para vos también Poeta!!!
Abrazos
Las primeras líneas me trajeron a la memoria aquel "cuartito azul" de Mores, en tanto me fui introduciendo en el drama, reviví aquella época maldita, con tanta sangre inocente derramada desde una herida que el tiempo no logra cicatrizar.
Un beso,
Cata, si, es una herida que jamás va a cicatrizar, un dolor crónico que ni siquiera el tiempo calma por no se hizo justicia...
Un abrazo
Aun si se hiciera justicia las lagrimas llenas de recuerdos no dejarían de fluir...
como decirle a un hijo o a un padre...
¿Cómo debería amarte?
¿Cómo podría sentirte?
Sin ti
Esa memoria es un interminable poema de amor...
"Te juré no escribirte. Por eso estoy llamándote en el aire
para decirte nada, como dice el vacío: nada, nada,
sino lo mismo y siempre lo mismo de lo mismo
que nunca me oyes, eso que no me entiendes nunca,
aunque las venas te arden de eso que estoy diciendo."
Gonzalo Rojas ("Retrato de mujer", 1957)
Ñoco, tal cual, todos fuimos afectados...Un abrazo
Niño de menta, es cierto, la memoria es un interminable poema de amor...Gracias por pasar.
Un abrazo
Belmar, hermoso el poema que dejaste. Gracias por compartir la belleza de ese verso conmigo!
Un abrazo
NO SÈ QUE AGREGAR,CLAUDIA
EL TEMA,DESGARRADOR,COMO SIEMPRE,Y COMO SIEMPRE,TE DEJA EL AMARGO SABOR DE LA CERTEZA DE QUE AÙN NO HA CONCLUÌDO..LA MEMORIA SIN JUSTICIA SÒLO DUELE.
LA NARRACIÒN,IMPECABLE,Y ALEJANDRA SIEMPRE.
BESOTE,AMIGA.
si Negri, necesitamos hacer catarsis, porque sabemos que esto nunca terminará...es un estigma que tiene 30.000 muertos, 30.000 puñales, y yo prefiero escarbar y recordar siempre. Muchas gracias.
Un abrazo
Gracias Claludia por este post, como dice uno de tus seguidores, lo leo y leo y no me canse de leerlo.
Estare visitandote por aca seguido, mientras tanto te dejo mi tacita de te con carino, cuando puedas pasa a casita a tomar mas
Veronica
teacupclub@gmail.com
Vero, Gracias por pasar y dejar tu tacita de te...pasaré, por supuesto!
Un abrazo
Claudia es una gran historia y una gran narrativa, me dejaste atada en toda su lectura.
Mi reconocimiento a tus dotes de escritora.
no se más que decirte
saludos
Un abrazo
Celia, lo dijiste todo, muchas gracias por acompañarme...Un abrazo
oye Clis, no pensarás que los vampiros lloramos, que tenemos sentimientos o que somos presa de emociones, sobre todo los perteneciente al clan de los strigolugius, no, normalmente somos fríos como cada vez que vemos un cadáver, no pensarás que sentimos compasión aún cuando la sangre nos encienda de pasión, pues te diré que al leerte me has despertado algo humano que creía apagado y he llorado
no se porque pero creo que vos y yo estamos conectados a través de esta historia, que es la crónica de una pesadilla, damian y cristina están vivos viviendo en nuestros sueños rotos y estrujados... tu genio me atrapa y me siento cómplice de tus encantos en este tema que me ha hecho llorar como pocos y me ha dejado adherido al fondo y la forma de esta surrealidad tan real
Hola, guapísima:
Vuelvo un poco rota, pero vuelvo.
Me pondré a día con todos vosotros... y os lo agradezco todo.
Besos.
Soledad.
Me ha cautivado tu relato, Claudia.
Triste, triste y hermoso, acunado por los versos de la Pizarnik.
Sólo me queda la duda de Damián, su huída.
Me gustaría saber de su vida...
¿Nos lo contarás?.
Un placer, como siempre volver a leerte.
Un beso.
Soledad.
mmm... el blogroll me engaña?
Despierte, doña...y actualice ¡¡¡
Un saludo.
Muy bueno Claudia!!Felicitaciones. Brillante lo tuyo. mil abrazos
Muy bueno Claudia!!Felicitaciones. Brillante lo tuyo. mil abrazos
No he leído tu relato, me lo he bebido directamente como el café, ¡qué bien escribes Claudia!
Ya he prendido a mi página tu link porque no conozco muchos relatistas, ¿conoces el mío de relato?
Un besazo y un placer
Que hermoso relato, me estremecio el corazon porque fueron tiempos duros en latino america que esperemos pasaron y no regresen.
Felicitaciones, muy bonito,
un beso,
Strigo, será que la realidad y la fantasía se mezclan peligrosamente?
quién lo sabe?
Muchas gracias por estar, por ser...por dejar tu luz
Abrazos
Soledad, hace tiempo que no paso por acá...tengo que actualizar este blog...
Te cuento Sole que Damián fue chupado por la dictadura por error, sólo por estar relacionado con Cristina...esto es algo que ha ocurrido muchas veces...
Gracias amiga por pasar y leerme.
Un abrazo
Nerina, muchas gracias por la compañía!
Abrazos
Mª Ángeles, muchas gracias...es cierto que no hay muchos por acá o al menos yo no los conozco...tengo tu link.
Un abrazo
PAtricia, si, todos esperamos lo mismo...Muchas gracias por pasar y acompañarme.
Abrazos
Hola amiga Claudia.
Cuanto tiempo sin pasar por aqui,pero ya estoy de regreso.
Que bello post.......me encanto mucho,como siempre es un placer de leerte.
Tengo un regalito para ti en mi blog.
Un beso y un abrazo.
Nyki
Emocionante. Muchas gracias
Diego Aler Peña
Nyki, muchas gracias por la visita, y por el hermoso regalo!!!
Te abrazo como siempre.
Diego, gracias a vos por pasar y leerme!
Un abrazo
y el camino nuevo es un camino de esperanza
un beso
Claudia... paso a dejarte mi mejor abrazo y energia para estas fechas tan especiales.
Armonia y paz interior.
MentesSueltas
La vida nos traslada hacia nuestras viejas postales del recuerdo...
«¿Qué es el ser humano sino un niño
descolgándose del trapecio celeste?»
Belmar
HE TENIDO QUE CAMBIAR LA DIRECCIÓN DE MI BLOG.
DESDE CUALQUIERA DE MIS COMENTARIOS, LLEGAREIS SIN PROBLEMA,
PERO
AQUELLOS QUE ME TENEIS EN VUESTRA LISTA, Y PARA ACCEDER DESDE ELLA, TENDREIS QUE CAMBIARLA .
PERDÓN POR LAS MOLESTIAS.
http.://soledadsanchezm.blogspot.com
Hermoso relato, si...
Y fuerte...
El AMOR y la MUERTE, entrelazados, tal como en esa época lo vivimos cada día...
Abrazos,
Lidia
Precioso!
Así es, el verano se acabó, pero sólo es un ciclo, un suspiro que traga nuestra piel por un momento...
«Hace años que la temperatura es la necrópolis del viento»
Belmar
Historia narrada con éxito, en la época del proceso; te quedas ligada como lectora de principio a fin.
Besos, Julia
Llego de otro blog de otro blog a este. Me detengo aquí porque me ha gustado el estilo. Me encantan los blogs literarios. Creo que seguiré por aquí.
Enhorabuena.
Claudia: llegué a tu blog un día por casualidad...por estar dando vueltas en internet buscando algo seguramente.Lo guardé en mis favoritos ... hoy lo abrí y "me metí" en algunas de tus historias.Esta me cautivó.Un beso, Thelma
Santi, Mentes, soledad, Belmar, Lidia, titocarlos, Julia, El peregrino, Thelma, muchas gracias a todos por leerme, mañana actualizaré este blog que está tan abandonado!
Los abrazo
Excelente la historia. Logras captar definitivamente toda la atención del lector en ella. Te felicito.
Un gusto leerte.
Me hizo recordar la historia de Juan Cabandié; su papá se llamaba Damián. Las semejanzas son enormes, igual que la angustia que se desprende del relato. Un beso.
Patricio
Escapando de nuestros propios demonios,
estamos solos, solos ante el si mismo.
Me gusta mucho lo que escribís. A este relato le pongo un 4, pero a los demás entre 3 y 5 points... o sea, realmente muy buena.
Te dejo un beso gigante y mucho amor free-lance.
Tqm.
Salvador
PAtricio
Belmar
Mamerto
Muchas gracias!
Disculpen la tardanza en contestar, pero vengo poco por acá...trataré de postear!
Besos
FELIZ SEMANA DEL AMIGO,HE LLEGADO A TU BELLA CASA, PARA INVITARTE A PASAR POR EL BLOG,HAY MUCHOS PREMIOS QUE QUIERO COMPARTIR CONTIGO,ABRAZOS DE LUZ DESDE ISRAEL.
Isabel hay varios especiales para una escritora como vos,te espero.
vuelvo a leerte
y me gusta más...
Helen Maran, muchas gracias! como
verás, tengo bastante descuidado el blog...me pondré al día
Un abrazo
Belmar, un placer que me vuelvas a leer y un papelón el mio por no actualizar el blog...
Un abrazo enorme
Bellísimo relato. Puro talento.
Angus, muchas gracias!
ya estoy actualizando.
Un abrazo
"C'est faux dire: je pense: on devrait dire on me pense."
("Es falso decir: yo pienso; deberíamos decir: alguien me piensa.")
Arthur Rimbaud
"C'est faux dire: je pense: on devrait dire on me pense."
("Es falso decir: yo pienso; deberíamos decir: alguien me piensa.")
Arthur Rimbaud
mira que yo conoci a una -solo a modo de ejemplo- que estaba adentro por matar a su madre -una mujer- y lo bien que hizo; y todas las otras la volvian loca, hasta cambiarla de pabellon tuvieron, porque fue nuevamente juzgada por sus compañeras de prision hasta el punto de querer asesinarla.
Sweet and tender Hooligan, eso es lo más loco; pero habría que conocer esos códigos carcelarios...entre ellos mismos se marginan por cuestiones que nosotros jamás entenderemos. Pero me dejaste la historia al medio :(
Un abrazo
ups clau...buenísimo!!!cuántas cosas que encontré acá!gracias!
Life, que bueno que te guste!
Besos
Uff, excelente y estremecedor relato, da cuenta de una época que no debemos olvidar, sobre todo porque los sueños siguen intactos y necesitamos creer en un futuro posible, que nos incluya a todos.
Gracias por mandarme este link
Beso grande!
Gracias por la visita! :)
Otro beso
Publicar un comentario